ENERGIA NUCLEAR EN CHILE:
La evidencia suma nuevos partidarios en el debate interno* "Soy partidario de desarrollar la energía nuclear como una fuente de energía limpia (...) soy partidario de acelerar los estudios en el tema nuclear. Estamos súper retrasados".
Con esta declaración de la semana pasada, el ministro del Interior, Edmundo Pérez Yoma, marcó un cambio en lo que había sido la posición del gobierno respecto de la opción de desarrollar esta fuente de energía en el país.
Hasta ese momento, las autoridades se habían negado a pronunciarse respecto de esta alternativa, mientras no concluyeran los estudios recomendados por la denominada Comisión Zanelli, los que permitirán tomar una decisión bien informada respecto de la conveniencia de invertir o no en un proyecto de esta naturaleza.
La estrechez de abastecimiento eléctrico que Chile comenzó a vivir en 2004, a causa de la restricción en los envíos de gas natural argentino, no sólo ha golpeado con fuerza los bolsillos de usuarios y productores, sino que llevó a activar el debate respecto de la necesidad de diversificar la matriz energética del país.En el marco de ese proceso y mientras el carbón se transformó en la opción para contar en el corto plazo con energía segura y de menor precio -comparada con el diésel o el gas natural licuado-, la energía nuclear se instaló en la conversación con miras a definir cuáles fuentes serán las más indicadas para abastecer una demanda que crecerá impulsada por el crecimiento de la producción y la actividad económica local.
Según cálculos del Ministerio de Energía, entre 2008 y 2030, el consumo eléctrico crecerá 5,3%, llegando a 25.000 MW al final del período. Tomando como base esas cifras, el titular de esa cartera, Marcelo Tokman, estimó que considerando además, los proyectos actualmente en trámite en el Sistema de Evaluación Ambiental (SEIA), el país no debería enfrentar problemas de oferta hasta el año 2020.Agregó que si se suman los 8.300 MW de capacidad instalada hidroeléctrica que podrían ingresar al sistema, asociados a proyectos como los complejos de HidroAysén (Endesa y Colbún) y Energía Austral (Xstrata), así como las centrales de pasada que pueden instalarse en obras de riesgo y otras iniciativas de firmas como Pacific Hydro o SN Power, entre otras, este período podría extenderse incluso hasta 2025.En ese momento, dijo, sería necesario contar con nuevos aportes de energía, que deberían provenir de fuentes distintas al agua, pues aunque se trata de un recurso autónomo y de más bajo costo, tampoco es bueno depender excesivamente de ella.
El propio Pérez Yoma -quien ha respaldado personalmente este tipo de iniciativas- explicó este punto al señalar que la disponibilidad del agua depende de factores pluviométricos o de la naturaleza, que están lejos del control humano.Si bien durante la campaña electoral, la Presidenta Michelle Bachelet se comprometió con las organizaciones ambientalistas a no tomar una decisión respecto de la energía nuclear durante su mandato, al poco andar flexibilizó su postura y aceptó convocar a un grupo de expertos que tuvo la tarea de definir una serie de estudios para responder todas las interrogantes en torno a la nucleoelectricidad. Esto, con el fin de que un próximo gobierno cuente con toda la información necesaria para descartar o avanzar en la creación de un programa nuclear para el país, tal como actualmente sucede en diferentes naciones.
Nuevos puntos a favor Los costos de la energía, que según la estructura actual del mercado chileno se traspasan directamente a las tarifas domiciliarias y a grandes usuarios, no son el único factor en juego al plantearse cómo será la matriz energética del futuro. En las últimas semanas las autoridades se han encargado personalmente de ponerlas en el tapete.El cambio climático es otra arista que, al contrario de lo que muchos pudieran pensar, juega a favor de la energía nuclear, que hoy representa el 16% de la matriz energética mundial.
Pérez Yoma recordó que para Chile es crucial cumplir los compromisos del protocolo de Kyoto, así como las obligaciones que en este sentido se derivan de los acuerdos de libre comercio. En esta línea, Marcelo Tokman, a principios de julio, admitió un aumento en el riesgo de que el país deba pagar impuestos por las futuras alzas de emisiones de CO2 a la atmósfera. Estas "barreras verdes", según el ministro de Energía, están fuertemente relacionadas con el carbón, fundamentalmente porque, a 2020, las unidades alimentadas con este combustible representarán el 36,1% de la capacidad instalada total del país, muy por encima del 15,8% que ostentan al presente año.Este tipo de estimaciones están quitándole piso al carbón, como el gran "protagonista" energético del país y, al mismo tiempo, suben los bonos de otras fuentes, como la energía nuclear, cuyas emisiones alcanzan los 28 gramos de CO2 equivalentes por KWh generado, muy por debajo del carbón, que produce 88 gramos, y del gas natural (130 gr).
Menores costos Se estima que la construcción de una central nuclear de 1.000 MW podría estar cerca de los US$ 5.000 millones, lo que complicaría la materialización de un proyecto de este tipo en el país. Sin embargo, cifras internacionales destacan que, a diferencia de otras alternativas -como el gas natural y el carbón-, la energía nuclear es intensiva en inversión, pero requiere de una menor cantidad de combustible.Todas estos elementos, que recién se incorporan al discurso público, llevan a pensar que la posibilidad de que en 2025 Chile cuente con, al menos, una planta nuclear cada vez es una posibilidad más cercana. ¿Un camino ineludible?Fuente: Diario Financiero